Aprendiz eterna
Desde pequeña sentí una gran curiosidad por el mundo en el que vivimos.
Me preguntaba de dónde veníamos, quiénes éramos o cómo se había creado el mar y las estrellas.
Me parecía algo maravilloso este milagro llamado vida.
Los cuentos, las pinturas, las hojas en blanco y el olor a libro nuevo me encantaban.
El amor a mi familia ha sido, es y será infinito. Gracias a ellos soy quien soy el día de hoy.
Gracias a mis vivencias, he aprendido lo importante que son las creencias.
Me crie en una familia que por miedo, ignorancia o porque era la forma de vida con la que ellos habían crecido, abundaban los miedos, las preocupaciones e inseguridades.
Crecí superando cada obstáculo que la vida me planteaba. Aunque en el pasado no lo veía como algo que me aportaría un aprendizaje, ahora mismo tengo la certeza de que ellos han sido mis mejores maestros.​​​​​
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Creo firmemente en la capacidad que tiene el ser humano en superarse y descubrir su verdadera esencia, por ello creo en ti también.
Quise correr antes de andar, queriendo desparecer en ocasiones de las circunstancias que me rodeaban y culpando a mi alrededor de mi situación o de mis sentimientos.
Buscaba culpables y solo quería huir de los problemas, creyendo que la felicidad estaba al lado de alguien o algo.
Y el cargar la responsabilidad a los demás no fue la solución.
La dependencia a las relaciones amorosas me hicieron ver que la felicidad depende de uno mismo, que nada ni nadie puede interferir en ella. La dependencia solo me generaba más dolor.
Para mí, encontrarse a uno mismo es el verdadero propósito de la vida.
Cada persona tenemos diferentes situaciones en la vida, algunas más difíciles que otras. Siempre pensamos que nuestro dolor es el más grande porque así lo sentimos, cierto es.
Existe un proverbio persa que suelo recordar:
"Maldecía por no tener zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía pies".
Resulta más fácil quejarnos por aquello de lo que carecemos en lugar de dar las gracias por lo que tenemos.
Apuesto que en tu vida hay más bendiciones de las que crees.
Yo me di cuenta de ello y empecé agradecer todo aquello que tenía y me sentí verdaderamente una afortunada.
He arriesgado, he creído encontrar mi destino y estar en la dirección correcta, pero de repente, todo cambiaba de rumbo y había que volver a empezar de cero, buscando de nuevo otra dirección.
Entonces aprendí que a veces Dios, la Vida, el Universo infinito o cómo quieras llamarlo, tienen otros planes que no imaginabas.
Y cuando nos resistimos y nos aferramos a no dejar ir o a no aceptar lo que nos está pasando, es cuando realmente sufrimos y paralizamos el flujo de la vida.
Y al final de ese largo recorrido lleno de altibajos, aprendes que a veces, cuando no consigues lo que quieres, encuentras tu verdadero propósito.
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He invertido estos últimos años en conocerme, en descubrir verdaderamente mi esencia.
Los libros han sido mis compañeros en este viaje y he alimentado mi mente de conocimientos sobre relaciones personales, espiritualidad, mente y emociones.
Quise aportar mi granito de arena en este mundo y por ello nació Deseo de Nai, una invitación a vivir plenamente este viaje del que todos formamos parte.
Poder compartir contigo lo que he podido aprender a través de mi experiencia y del conocimiento adquirido, transmitirte la certeza de que empezar de cero SIEMPRE es una oportunidad y no un fracaso.
Gracias.